Rezando por Francisco

Un papa analizando la palabra revolucionario y un comunista ateo dispuesto a convertirse y regresar a la iglesia. Un continente recibiendo con aplausos el impulso a organizarse y cambiar el estado de las cosas; un representante de la iglesia ortodoxa llamando Hermano Mayor al representante del trono de San Pedro. No hay dudas, las cosas están cambiando.

He escuchado y visto la mayoría de los discursos del papa Francisco en su gira por Latinoamérica. He reído y admirado la manera en que habla de política, de sociedad y de economía. Cómo llama a sus feligreses a ser centro del cambio que hasta ahora debieron pedir arrodillados en sus iglesias cada domingo. Me ha sorprendido cómo recibe un símbolo marxista de un mártir de la Teología de la Liberación y cómo los símbolos paganos adornan la escenografía donde imparte cátedra y da la misa.

Y no tengo duda de mi ateísmo, de mis convicciones sociales y mucho menos de las políticas, pero pienso que este hombre, el que encarna a Jesús en la tierra, tiene un don bendito. Sabe transmitir un pensamiento que incluye, que llama a resolver los principales problemas sin intermediarios y con ideas sociales muy apegadas a las que hasta hace poco eran criticadas.

Escuchando a Francisco en Bolivia, en Ecuador y en Paraguay, siempre mi conclusión era una pregunta: ¿qué dirá en Cuba? Siendo un cubano que piensa como cubano, creo que cualquiera de las cosas escuchadas en Latinoamérica es subversiva y será vista por los censores de siempre como un llamado a la rebelión. Y eso es lo que pide Francisco, una rebelión contra lo mal hecho, contra las injusticias, la pobreza y la exclusión social. Muchas de estas cosas encajan perfectamente en la nueva ruta que debe seguir la nación caribeña.

El mensaje interior

Y este mensaje no llegará desde fuera, estará visto desde dentro, desde la fe de los muchos que hoy tienen un Dios, no importa su forma o color. Este Papa está pidiendo la unidad para solucionar los problemas, no se refugia solo en la fe ni defiende la conveniente sumisión ante la pobreza que siempre ha sido instrumento de dominación endilgado como parte de una estrategia divina. Para Francisco, ser pobre no es una misión de Dios, es una consecuencia de la hecatombe social que hoy llama a borrar de las vidas de los feligreses.

“Un pueblo que no mantiene viva sus preocupaciones, un pueblo que vive en la inercia de la aceptación pasiva, es un pueblo muerto. Por el contrario, veo en ustedes la savia de una vida que corre y que quiere germinar. ¡Y eso Dios lo bendice!”.

Esto dijo Francisco a los representantes de la sociedad civil paraguaya. ¿Cómo sonaría en la Plaza de la Revolución en La Habana?

Es importante que los que no están de acuerdo con nada que no sea barrer de la faz de la tierra nombres y cinco décadas de historia sepan que tronar sobre estas palabras no contribuye al bien común, que estar en contra de una persona, de una institución que ha favorecido como pocas las escasas soluciones y las pocas victorias sobre el oscuro poder de nuestro absolutismo, es el camino equivocado.

Por eso, con el perdón de todo lo que debe existir, quiero complacer a Francisco y hoy, y tal vez durante los próximos meses, estaré rezando por él.

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